14 octubre 2011

EL ARTE DE LEER


"Uno ha de ser capaz de leer humanamente, con todo su ser.Tenga las convicciones que tenga, uno es más que una ideología; y Shakespeare tanto más te habla cuanto mayor es la parte de ti que eres capaz de llevar hasta él" (Harold Bloom: Cómo leer y por qué)








Leer es una actividad en la que se nos instruye desde muy pequeños y sobre la que se nos insiste constantemente a lo largo de toda nuestra educación. Así nos ejercitamos en cosas como la lectura comprensiva, el comentario de texto, etc. Sin embargo, estas formas de leer, con sus procedimientos y objetivos propios, no agotan el amplio espectro de posibilidades que se despliegan al abrir un libro. La lectura puede ser también entendida y practicada como un ejercicio filosófico en sí mismo, esto es, como una actividad transformadora del yo. Veamos por qué y cómo.



En primer lugar, la práctica de lectura crea un tiempo y un espacio para la reflexión. No se trata de leer para "estar informado" o "culturizarse", tampoco para reafirmarnos en nuestras propias ideas y creencias, sino para reflexionar a partir del establecimieto de un diálogo con el texto.



En segundo lugar, la lectura es una actividad que transforma nuestra manera de ser y percibir... Si la lectura es plena, la acogemos con la totalidad de lo que somos(no solo con el intelecto). Es una práctica dirigida a la formación de uno mismo que contribuye a liberarnos de prejuicios, convenciones y pensamientos alienantes.



Por último, la lectura puede trascender el ámbito del cuidado del yo (Foucault) y facilitar un cambio de visión.... La lectura permite al lector tomar conciencia de una realidad que lo excede saberse parte de una totalidad, intuir la universalidad...


(...)


La lectura se convierte en un ejercicio filosófico al conducir al conocimiento de uno mismo y del mundo. Pero, ¿cómo ejercitamos el arte de leer? Mediante el cultivo de una determinada disposición interior caracterizada por dos actitudes:



1.- Atención y concentración. Leer es algo que sólo puede hacerse cuando se está plenamente centrado. Quien lee habita el presente y aprende a prescindir de lo superfluo. ¿Qué necesitamos para leer? Nada, sólo el texto y la propia presencia lo más libre posible de lastres: preocupaciones, inquietudes, expectativas, etc.



2.- La apertura interior. ¿Cuántas veces leemos para confirmar ideas previas? En su lugar, hablamos de una lectura lo más libre posible de expectativas ideológicas...







Ada Galán, en Filosofía Hoy, nº 7




Imagen: Balthus: La lectora

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